¿Eres científica, Stella?
—Ah, no. Soy economista. O, más concretamente, econometrista.
Para él, eso la colocaba en la categoría de cerebrito, y sintió algo extraño en la nuca. Joder, siempre había sentido debilidad por las chicas listas. Por algo su fantasía preferida era la de «La profesora me pone cachondo».