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Alphonse Daudet

Cartas de mi molino

  • Talia Garzahas quotedlast month
    molino entero crujía, balanceando pesadamente sus aspas mutiladas, que resonaban con el cierzo lo mismo que el aparejo de un buque. Volaban las tejas de su destruida techumbre. En lontananza, los pinos apretados que cubrían la colina se agitaban zumbando entre sombras. Creyérase que era el alta mar..
  • Talia Garzahas quotedlast month
    Pocas veces son las coces de mula tan fulminantes. Pero aquélla era una mula papal. Y además, ¡figúrense ustedes!... ¡Hacía nada menos que siete años que se la guardaba!... No hay ejemplo de odios eclesiásticos
  • Talia Garzahas quotedlast month
    Circularon rumores de que los dedos de la reina Juana habían jugado algunas veces con aquella rubia barba, y efectivamente el señor de Védène tenía el glorioso aspecto y el mirar abstraído de los galanes amados por reinas...
  • Talia Garzahas quotedlast month
    Circularon rumores de que los dedos de la reina Juana habían jugado algunas
  • Talia Garzahas quotedlast month
    Es necesario decir también que la bestia valía la pena. Era una hermosa mula negra salpicada de alazán, firme de piernas, de pelo lustroso, grupa ancha y redonda, que llevaba erguida la enjuta cabecita guarnecida toda ella de perendengues, lazos, cascabeles de plata, borlillas
  • Talia Garzahas quotedlast month
    Pero, todos esos seis eran unos diablos, en cuanto bebían... Uno le tiraba de las orejas, otro del rabo; Quiquet se le encaramaba en el lomo, Bélugnet le ponía su birrete, y ni uno solo de aquellos
  • Talia Garzahas quotedlast month
    solamente cuando en presencia de ella se pronunciaba el nombre de Tistet Védène, erguíanse sus largas orejas, y afilaba con una risita el hierro de sus cascos en el pavimento..
  • Talia Garzahas quotedlast month
    Pero, todos esos seis eran unos diablos, en cuanto bebían... Uno le tiraba de las orejas, otro del rabo; Quiquet se le encaramaba en el lomo, Bélugnet le ponía su birrete, y ni uno solo de aquellos pícaros pensaba que de una corveta o de una sarta de coces el bueno del animal hubiera podido enviarlos a todos a las nubes y aunque fuese más lejos... ¡Pero, no! Por algo se es la mula del Papa, la mula de las bendiciones y de las indulgencias... Por muchas travesuras que hicieran los muchachos, ella no se enfadaba, y sólo a Tistet Védène guardaba ojeriza. Y, es claro, cuando sentía a éste detrás de sí, le daba comezón en los cascos, y no le faltaba razón para ello. ¡Ese granujilla de Tistet hacíale unas jugarretas tan feas! ¡Eran tan crueles sus invenciones después de beber!..
  • Talia Garzahas quotedlast month
    y se iba a la corte de Nápoles con la compañía de jóvenes nobles que la ciudad mandaba todos los años junto a la reina Juana para ejercitarse en la diplomacia y en las buenas maneras. Tistet no era noble; pero el Papa deseaba a toda costa recompensarlo por los cuidados que había tenido con su bestia, y especialmente por la actividad que acababa de desplegar durante la empresa de salvamento.
  • Talia Garzahas quotedlast month
    ingresó en la escolanía del Papa, donde antes de él no habían podido ingresar más que los hijos de nobles y sobrinos de cardenales... ¡He ahí lo que es la intriga!... Pero Tistet no paró ahí.
    Protegido ya por el Papa y al servicio de éste, el bribonzuelo continuó la farsa que tan bien le había salido. Insolente con todo el mundo, sólo tenía atenciones y miramientos con la mula, y siempre andaba por los patios del palacio con un puñado de avena o una gavilla de zulla,
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