desearíamos que Claude Monet nos condujera a Giverny, al borde del Sena, a ese recodo del río que nos deja apenas distinguir a través de la bruma matinal. Sin embargo, en realidad, aquellos son simples azares de relaciones o de parentesco, que, al darles la ocasión de pasar o de habitar cerca suyo, han hecho elegir para pintarlos a Madame de Noailles, Maeterlinck, Millet, Claude Monet, esa ruta, ese jardín, ese campo, ese rincón del río, por sobre otros. Aquello que los hace parecer distintos