—Hola. —Leslie Burke estaba a su lado.
Se alejó un poco.
—Hummm.
—¿No vas a correr?
—Más tarde. —Quizá si no la miraba volvería al campo de arriba, que era donde debía estar.
Gary dijo a Earle Watson que diera la señal para empezar. Jess les miró. No había nadie muy rápido en aquel grupo. Clavó la vista en los faldones de las camisas y las espaldas inclinadas.
En la meta comenzó una discusión entre Jimmy Mitchell y Clyde Deal. Todos fueron corriendo para ver. Jess sabía que Leslie Burke estaba a su lado, pero procuraba no mirar en su dirección.
—Clyde —Gary Fulcher declaró—: Fue Clyde.
—Fue un empate, Fulcher —protestó un chico de cuarto—. Yo estaba allí.
Jimmy Mitchell no quería ceder.
—He ganado, Fulcher. No lo podías ver desde dónde estabas.
—Fue Deal. —Gary ignoró las protestas—. Estamos perdiendo el tiempo. Tercer grupo. En fila. Ahora mismo.
Jimmy cerró los puños.
—No es justo, Fulcher.
Gary le dio la espalda y fue hacia la línea de partida.
—Déjales que corran los dos en las finales. ¿Qué más da? —dijo Jess en voz alta.
Gary se detuvo y se volvió para mirarle cara a cara. Fulcher lanzó una mirada feroz a Jess y luego a Leslie Burke.
—También —dijo con su empalagosa voz, llena de sarcasmo—, también querrás dejar correr a alguna chica.
La cara de Jess ardía.
—Claro —dijo audazmente—. ¿Por qué no? —Se volvió con lenta deliberación hacia Leslie—. ¿Quieres correr? —preguntó.
—Claro. —Ella sonrió—. ¿Por qué no?
—¿No tienes miedo de dejar correr a una chica, Fulcher?
Por un momento creyó que Fulcher iba a pegarle y se puso tenso. No podía dejar que Fulcher pensara que tenía miedo por un puñetazo en la boca. Pero en vez de eso, Gary comenzó a trotar y a dar órdenes al tercer grupo para que se alinearan.
—Puedes correr en el cuarto grupo, Leslie. —Lo dijo con voz lo bastante alta como para que Fulcher lo oyera y después puso su atención en los corredores. «Ves», se dijo a sí mismo, «puedes enfrentarte con un rastrero como Fulcher. Con toda facilidad».
Bobby Miller venció en su grupo sin problemas. Era el mejor de cuarto curso, casi tan rápido como Fulcher. «Pero no tan bueno como yo», pensó Jess. Empezaba a animarse. Ningún compañero de su grupo iba a poder con él. De todos modos, sería mejor correr bien para dar a Fulcher un buen susto.
Leslie se puso a su derecha. Él se retiró un poco hacia la izquierda pero ella no pareció darse cuenta.