Las tres dimensiones de la libertad

La fuerza de esta legislación sin codificar es que la Constitución se puede actualizar fácilmente si las circunstancias lo reclaman. Por desgracia, esa es también su debilidad.

Obsesionados con la jerarquía y su posición en ella, no admiten que se pongan en entredicho sus privilegios y prejuicios. Para ellos, la libertad es un concepto unidimensional cuya única misión consiste en defender su derecho a expresar una opinión. Exigir que te oigan al tiempo que te niegas a escuchar no es libertad de expresión, es tener carta blanca para decir lo que quieras sin oposición ni consecuencias.

Mientras que la libertad de expresión nos otorga el derecho a discrepar y, sí, a ofender, no nos da derecho a insultar.

La táctica de no conceder ninguna tribuna para que se expresen, de la que son partidarios algunos activistas de la justicia social, puede ser contraproducente, pues le otorga al orador que quiere provocar la oportunidad de presentarse ante sus seguidores como un mártir. La tarea de sacar a la luz la verdadera intención de aquellos que ocultan sus prejuicios detrás de la retórica y la teatralidad exige que les concedamos espacio para propagar sus opiniones ofensivas.

Esta es la política de la presencia: si nuestra única meta es dominar el espacio público, entonces el altercado violento es un arma tan buena como el argumento; mejor, quizá, pues nos permite prescindir de la educación. Cualquiera que esté familiarizado con la manera en que la cólera puede descontrolarse rápidamente para transformarse en insulto durante un debate online reconocerá esta táctica. Presenta un auténtico reto para aquellos que creen en la libertad de expresión.

discutir, la política del espacio seguro se propone moderar el ambiente del debate, a fin de garantizar que se tengan en cuenta todas las opiniones en una atmósfera de inclusividad. Está pensado para que las dimensiones de igualdad y responsabilidad estén en armonía con la franqueza que permite la libertad de expresión.

El objetivo de estas directrices es establecer un consentimiento mutuo entre los hablantes acerca del tono de cualquier debate. Más que pretender controlar lo que se puede y no se puede

El anonimato, aunque pueda parecer un manto de invisibilidad, convierte la libertad en licencia al eliminar los límites del comportamiento y sus consecuencias.

Las redes sociales toman la libertad privada que se deriva de estar en nuestro propio espacio y la colocan en un lugar público. Al no tener señales visuales claras que moderen nuestra interacción, las líneas entre la reacción y la responsabilidad se vuelven borrosas.

El contexto es clave. En casa, en nuestra zona de confort, somos libres de actuar y decir lo que queramos. En público se aplican reglas diferentes. Seguimos siendo libres de actuar y expresar nuestra opinión, pero hemos de ser conscientes de la conducta de quienes nos rodean. Después de haber pasado años observando a la gente, deberíamos ser capaces de juzgar el talante de los desconocidos con los que nos encontramos.