LIBRERO: Librería Calders, buenas tardes.
CLIENTA: Buenas. Estoy buscando una edición de la Biblia que no esté censurada por la Iglesia. ¿Tienen alguna?
LIBRERO: Lo siento, pero no sé si la he entendido bien. ¿Habla usted de una edición que incluya los evangelios apócrifos?
CLIENTA: No, hablo de una edición que no esté censurada por la Iglesia.
El librero intenta explicar sin éxito que no sabe exactamente a qué se refiere la señora. Antes de acabar la conversación le recomienda que busque en una librería especializada. Poco tiempo después, una mujer entra a la librería.
CLIENTE: ¿Venden ustedes biblias?
LIBRERO (ligeramente burlón): Por supuesto. ¿Busca alguna edición en particular?
CLIENTE: Sí, busco una edición no censurada por la Iglesia.
El librero pierde un poco la compostura y la clienta se enoja sonoramente. El intercambio verbal sube de tono hasta que el librero le pregunta a la mujer si era ella quien había llamado días antes. Ésta lo niega tajantemente y se marcha. El librero se queda perplejo.