Ese mundo se acabó. Y a pesar de sus horrores importaba, todavía importa. Estoy descubriendo que las vidas de los sirvientes no se registran, que en los sirvientes nadie se fija. Desaparecen en silencio —como todos, pero debería ser por distintas razones. Debería ser por la muerte, por el tiempo. No porque sus vidas fueran insignificantes.