La Vecina Rubia

Incluso con la jefa de estudios, que era un hueso duro de roer y a todos nos infundía un tremendo respeto

También recuerdo algunas de su cosecha personal y en especial una que siempre me decía cuando me enrabietaba siendo niña: «Señorita, no se ponga tan flamenca, que no tiene usted ni el traje». Ahora me veo utilizando el mismo tono de voz responsable que mi padre, cuando Laura se comporta sin razón como una cría de seis años, y tengo que decirle: «Laura, tía, no te pongas tan flamenca que no tienes ni el traje»

—Es que estoy como en un estado de limerencia…

—Déjate de rollos, rubi, tú lo que estás es enchochada

Una libreta con preguntas, revisión de sus redes sociales, unas risas y despotrique variado

—¿Has visto al camarero? —Lucía cambió de tema—. ¡Está tremendo! Vaya brazos, está más fuerte que el olor a Stradivarius —dijo mientras le llamaba la atención para que se acercara a la mesa.

—Perdona, me pones..., y una caña con limón —dijo Lucía forzando la broma

—¿Y tú cuándo piensas peinarte para salir de casa? —insistió Lucía.

—Pero si voy peinada —dijo Sara justificándose.

—¿En dónde? —le pregunté, dejando la frase sostenida.

—¡¡¡¡Oye!!!! Que voy depilada. Es verdad que hay veces que me podría haber hecho la raya al medio en el toto, pero esta semana estoy para pasar la ITV.

Adeje es maravilloso y es que allí siempre es verano

Álex no solo llevaba una doble vida, sino una triple, cuádruple o quíntuple, según la red social que manejaba

—Esos tíos son como los bomberos: te apagan el fuego, pero te destrozan la casa entera con la manguera —me dijo, y cuánta razón tenía.

Laura tenía muchos dones y el de las analogías para todo era el que más gracia me hacía. Me encantó aquel símil con los bomberos. Yo ya no quería incendios

Era un truco como otros tantos para que cogiera fluidez leyendo, porque al poco tiempo le veía trabajando con pequeños tornillos esparcidos por la mesa que distinguía perfectamente sin ellas.