Me venciste con la asidua perseverancia de tus galanteos, me inflamaste con tus arrebatos, me encantaste con tus detalles amables, me convenciste con tus juramentos, me sedujo mi propia inclinación apasionada y las consecuencias de estos comienzos tan deliciosos y tan felices no son más que lágrimas, cansados suspiros y una funesta muerte, ¡sin que pueda hallarles algún remedio!