Cada vez que Amália actúa, algo en él está «mal». Su cuerpo no binario es velludo, pálido, percibido como masculino. Por el contrario, la textura de su alma es otra: luz y oscuridad, todos los géneros y ninguno. La criatura es hipnótica: una utopía del ser, libre de categorías, destruyendo las expectativas puestas sobre él.