Mariela Gimenez

Era cierto aquello de que la conciencia era un juez implacable, pero esta vez contaba, además, con un verdugo que ejecutaría la condena.

En múltiples ocasiones ella había sido el regalo, pero nunca había recibido uno.

dos: “el que es libre” y “el hombre de la lanza”. Eso esperaba para él, que fuera libre, pero que no dudara en luchar si así debía hacerlo

La cercanía de esa mujer peculiar, a la que solo había visto dos veces en la vida, lo tenía subyugado. En más de un sentido…

Entonces, ¿cuándo se terminará esto? ¿Cuándo estará saldada esa deuda?
–No es una deuda, hijo –aclaró–. Es una misión.

esconder a la niña perdida que en realidad era

El brazo de Cid la rozó en dos oportunidades.
Cada una de ellas le provocó una taquicardia mayor

Eran todas niñas perdidas

Se ama con todo el corazón o no se ama en lo absoluto

Significa que no quiero nada más que lo estés dispuesta a dar