Y la verdad es que la vida siguió adelante o, mejor dicho, simplemente siguió, pues para Susann era bastante triste; a menudo también se sentía muy sola, conforme pasaban los días, las semanas y los meses sin su fiel marido, que había estado con ella siempre, en los buenos y en los malos momentos. A veces también se enfadaba un poco con Bertold por haberse largado y haberla dejado abandonada.