Trotalibros Editorial

  • Renato Blaz Ruizhas quoted9 months ago
    Cierto que en un momento perdió el equilibrio y cayó en un hoyo lleno de sombras; pero, por lo demás, fue un rato agradable, y el pequeño disgusto se desvaneció de inmediato ante lo que vería a continuación: el gran río que emergía silencioso y transparente del hielo a través de ella, limpiándola, elevándola, diciéndole algo, precisamente lo que necesitaba.
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Llévame de la mano a mostrarme el mundo. El planisferio desgarrado. La geografía perdida entre libros inútiles.
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Tarde o temprano, el caso es llegar. Otros se ponen en marcha y no llegan nunca
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Mira, bonito día. Los que se ahogaron ayer hoy se habrán arrepentido
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    No estaba escrito en ningún libro. Lo anotaron después. Como siempre
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Decidme una cosa, porque estoy hecho un lío. He leído en un libro que quien cojea de un pie, cojea también del otro
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    ¿Sabes qué estuve pensando anoche durante la guardia? Que para nosotros, los marinos, no hay infierno en la otra vida. Lo vivimos dentro de esta chatarra, antes de morirnos. Estamos perdonados hagamos lo que hagamos
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Los adultos no lloran. Pero un nudo te atenaza la garganta, te estrangula. Es eso lo que empuja a los de tierra firme a escribir libros y a los marinos a tallar o a introducir barcos en botellas y a tatuarse el cuerpo. Cuando los libros son bonitos, los barcos están bien hechos, y los tatuajes, bien dibujados, entonces…
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Sentados en los sofás, un marroquí, un mexicano y dos o tres blancos. Todos con camisas azules y pantalones claros. De repente, se presenta una caterva de americanas. Antes de que pudiera poner los pies en polvorosa, una de ellas me cogió de la mano. Tenía la cara envuelta en un echarpe de seda. Intenté escaparme, pero el español me empujó y me encontré en el interior de una habitación. Se quitó el echarpe. ¡Virgencita mía! Los setenta no los cumplía. Más fea que un loro y, además, lo quería a la manera del lugar
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    carpintero escupió en el suelo y dio un golpe en la mesa:
    —He hecho la promesa de no bajarle las bragas a mujer pasada por el altar. Además, me asustan los cuernos. Una vez amanecimos en Argostoli con La Suprema. El cocinero estaba degollando unos carneros y arrojaba los cuernos al mar. Uno cayó en una barca. El barquero lo cogió, lo observó detenidamente y preguntó al de la barca de al lado: «Eh, Luretsos, ¿qué diablos es esto?».
    »No había tenido tiempo de responder cuando comenzó a caer sobre la barca una lluvia de cuernos. Luretsos, haciendo bocina con las manos, gritó: “No es na, Sigondo. Na, que el capitán y la tripulación se están peinando, na más”
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