Esta mutilación era impensable en la era del sexo único, ya que se creía que, para fabricar el esperma, la mujer, al igual que el hombre, necesitaba el orgasmo y la estimulación del clítoris. Sin el esperma de la mujer no habría fecundación y si la mujer no tenía un orgasmo durante el coito no podría quedar embarazada.