«Si nada funcionara, a menos que haga de mi conciencia una carnicería continua y un matadero, a menos que me saque los ojos, me encomiendo a los ciegos para que me guíen, como no dudo que algunos desean, he determinado que el Dios todopoderoso sea mi ayuda y
mi escudo, y aun sufrir, si es que puedo continuar en esta frágil vida, y continuar así por mucho tiempo, incluso hasta que el musgo crezca en mis cejas, en lugar de violar mi fe y mis principios