Geert Lovink

El problema con la sociedad burguesa, como lo describe Robin, es su falta de imaginación. “La paz es placentera, y el placer es la satisfacción momentánea”. La paz “elimina la memoria del conflicto vigoroso, del robusto desacuerdo, el lujo de definirnos en virtud de quienes están en nuestra contra”

Google y Facebook saben cómo utilizar emociones negativas más fácilmente, lo que lleva al nuevo objetivo del sistema general: encontrar formas personalizadas para hacerte sentir mal

¿Cuál es el destino de la crítica sin consecuencias? Como Franco Berardi me explicó cuando lo visité en Bolonia para discutir este proyecto editorial, es la verdad la que nos pone tristes. Nos faltan modelos de rol y héroes

La tecno-tristeza, como se explica en este libro, no tiene fin, no toca fondo. ¿Cómo hacemos para revertir la aceleración de la alienación, un movimiento que inevitablemente termina en un trauma? En vez de gestos vacíos y patéticos, deberíamos ejercitar una nueva táctica de silencio, dirigiendo la energía y recursos liberados hacia la creación de espacios temporales de reflexión.

Gramsci, «El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos».

La nuestra es una era profundamente no heroica, no mitológica, simplemente chata.

Internet no es un campo en el que los intelectuales públicos desempeñan algún papel del que hablar. A diferencia de épocas anteriores, las ambiciones intelectuales tienen que ser modestas. Antes de diseñar alternativas y formular principios regulatorios, es vital comprender la psicología de las plataformas de redes sociales.

Clifford Geertz, «entender la cultura de un pueblo expone su normalidad sin reducir su particularidad».

El juego de poder del poder cibernético es dar a todos la impresión de que tienen acceso a todo el mundo cuando en realidad están cada vez más separados, dar la impresión de que tienen más y más “amigos” cuando son cada vez más y más autistas»14.

Para superar ese punto muerto, este libro propone integrar una crítica radical. Busca alternativas a través de la organización de un encuentro subjetivo con la multitud y sus dependencias íntimas de sus aparatos móviles.