Liz Mevill

Yo era joven y estaba lleno de ideas equivocadas sobre la forma de ver el mundo, a los demás y a mí mismo. Yo era joven. Pero el mundo siempre ha estado en manos de los viejos, y sus ideas son distintas. Por eso, en los meses que estuve ahí, traté de hacerme viejo para comprenderlos.
Pero no lo conseguí.
REINALDO ARENAS, EL MUNDO ALUCINANTE

Escribir es aprender a elegir qué no escribir.
Escribir es contar la historia del árbol narrando solamente los huecos del follaje por donde se filtra la luz.

¿Cuál es la frontera entre la ansiedad y la locura?

Recuerdo el rostro de Fidel asomándose por esa misma ventana. Este recuerdo se suma a una lista larga de recuerdos que ya no tendrán renovación. Fidel se asoma a la ventana y no hace nada. Sólo ve a la calle. Su imagen es tan nítida que casi podría oler su presencia. Esto es sólo el inicio de recordar a alguien que ya nunca más podré volver a ver. Ya nunca tendré un nuevo recuerdo. Me asomo. La calle inundada sigue ahí.

Dicen que los animales nunca te ven directamente a los ojos. Pero eso no es cierto. Los gatos te ven directo a los ojos y pueden saber si tienes miedo o les harás daño.

Escribir también es revisar archivos

La gente solitaria ve dobles sentidos en todas partes.

Quizá enamorarse es pensar que una persona puede cambiar el rumbo de nuestra vida. Tengo miedo de esa posibilidad, de que todas mis certezas cambien, de que mis pequeñas seguridades se derrumben o se conviertan en otra cosa. Luego, pasan los años, y ese encuentro que parecía trivial tiene un significado diferente. Quizá lo único original que vamos a poder retener de la relación. ¿Cuál es ese primer recuerdo?

Alguna vez escuché que el duelo es como una cancha en donde una pelota está rebotando de un lugar a otro, al principio esa cancha es muy pequeña y todo el tiempo cae y recae en el botón detonador de ese dolor tan grande. Todo el tiempo duele. El tiempo hace que la cancha vaya creciendo. La pelota seguirá rebotando cada vez en lugares más lejanos al botón, pero cada tanto volverá a pegar justo allí. El duelo es un tiempo con paredes que se agrandan y se achican y, por lo mismo, es atemporal

Lo que más me gustaba era la vida que se estaba creando entre Fidel y yo. La vida cotidiana no sólo de la escuela, sino de reconocer en otra persona la misma pasión por la carrera de Historia