A la universidad se va a aprender, por lo visto; no a pensar. Cuando se traspasa el dintel de la ciencia hay que dejar fuera, con los pinos susurrantes, los más gratos placeres: la soledad, los libros, las fantasías. Podría consolarme con la idea de que acumulaba tesoros de los que brotarían alegrías futuras; pero soy tan poco previsora, que prefiero gozar del presente a amontonar para el porvenir.