les advertía a sus alumnos que nunca “usaran” —para generar lágrimas, etc., en una escena dramática— material personal/histórico que no se remontara por lo menos siete años atrás en su pasado personal/histórico; de lo contrario, la memoria emocional (la muerte de un ser querido o algún otro suceso en la vida del actor que, cuando se lo evoca a través del recuerdo y la sustitución, puede hacer rodar el lagrimón, como dicen, en el momento exacto, noche tras noche, por más tiempo que la obra dure en cartelera), al tratarse de algo demasiado cercano, digamos, puede abrumar al artista y poner en juego el control absoluto que se necesita para representar el papel o, mejor dicho, para representarlo bien; puede, de hecho, desestabilizar la obra;