Ser un hombre auténtico es ‘Rechazar’ la pasividad y tomar la iniciativa. Es ‘Aceptar’ su responsabilidad, ser alguien que no la delega, no la rehúye ni en su hogar, ni en su trabajo, ni en su responsabilidad civil y social. Es ‘Liderar’ con entusiasmo en su entorno, en su comunidad, actuando en base a sus convicciones y creencias. Es ‘Esperar’ la recompensa que Jesús nos prometió siguiéndole a Él como modelo de hombre auténtico.