¿Qué decir de la Tathandlung, sino que es una autoposición radical? El Yo es porque se ha puesto a sí mismo. De ahí el primer principio de Fichte: el Yo pone originariamente, sin más, su propio ser, o Yo=Yo (el Yo es el acto de la autoposicion).
Pero el Yo no existe solo, es impensable sin su contrario, el No-Yo, pero éste debe ser, como tal, puesto por el Yo. Fichte llega a su segundo principio: ciertamente al Yo se opone un No-Yo.45
Los dos grandes principios de la Doctrina de la ciencia son, por tanto, los del Yo y el No-Yo. Pero ¿cómo pensar esa relación de manera que el Yo y el No-Yo no se supriman el uno al otro? Vemos nacer aquí las premisas de lo que podemos denominar ya un pensamiento «dialéctico», que intenta pensar el conjunto del Yo y del No-Yo,46 sin que uno aniquile al otro. El Yo y el No-Yo deberán, pues, limitarse recíprocamente. Ahora bien, el concepto de límite, argumenta Fichte, implica el de la divisibilidad. El Yo y el No-Yo deberán ser puestos como divisibles. Fichte llega entonces a su tercer gran principio: En el Yo, el Yo contrapone un No-Yo divisible al Yo divisible. De ese gran principio, Fichte dirá con énfasis, pero sin modestia:
Yo opongo en el Yo divisible al Yo divisible un No-Yo divisible. Ninguna filosofía supera este conocimiento; pero toda filosofía seria debe llegar hasta aquí; y si lo hace, llega a ser una Doctrina de la ciencia. Todo lo que en adelante deba presentarse en el sistema del espíritu humano tiene que poder derivarse de lo que ha sido establecido.