Contra

la historia de Nico es un escalofriante relato moderno sobre el fetichismo de la belleza, la discriminación por la edad y la idealización de la muerte a costa de la vida de una música talentosa, solitaria y excéntrica

«Eu sou brasileiro / Tu és brasileiro / Muita gente boa brasileira é / Vamos torcer con fé em nosso coração / Vamos torcer para o Brasil ser campeão… / Salve, salve o nosso Estádio Municipal, no campeonato Mundial / Salve a nossa bandeira, verde, ouro e anil / Brasil, Brasil, Brasil!1»

Para mí, actuar tiene mucho que ver con ser valiente.

«La gente paga dinero para ver a otros creer en sí mismos»

e encantan el juego visceral y la excitación que supone estar sobre un escenario.

Esta canción siempre me hace pensar en las mujeres pioneras de mi familia materna mientras avanzaban trabajosamente hacia California atravesando Panama, teniendo mi abuela que hacerse cargo de sus hijos ella sola sin apenas ingresos durante la Gran Depresión.

El ruido extremo y la disonancia pueden ser increíblemente purificadores. Nor

No quería que nuestra última actuación fuera desagradable cuando Sonic Youth significaba tanto para tantas personas; no quería aprovechar el escenario para hacer ningún tipo de alusión personal, y, en cualquier caso, ¿de qué hubiera servido?

Música que solo pudo haber provenido de la escena artística del downtown de Nueva York y de la gente que la integraba: Andy Warhol, The Velvet Underground, Allen Ginsberg, John Cage, Glenn Branca, Patti Smith, Television, Richard Hell, Blondie, los Ramones, Lydia Lunch, Philip Glass, Steve Reich y la escena del free jazz en los lofts. Recuerdo la energía electrizante al oír las guitarras estridentes y al conocer a espíritus afines y al hombre con el que me que casé, a quien creía mi alma gemela.

Siempre me ha costado encontrar un espacio para mis emociones cuando estoy junto a otras personas. Es algo que viene de lejos, de la infancia, una sensación de no haberme sentido nunca protegida por mis padres