Editorial Comba

  • Allan Farmerhas quoted2 months ago
    ¿Hace cuánto tiempo que tus labios no recorren el caminito de la felicidad, como llamábamos a esa hilera de vellos que nace en el ombligo?
  • Allan Farmerhas quoted2 months ago
    ¿Hace cuánto tiempo que tus labios no recorren el caminito de la felicidad, como llamábamos a esa hilera de vellos que nace en el ombligo?
  • Allan Farmerhas quoted2 months ago
    Me ponen de mal genio cuando me hablan de fortunas ajenas, yo me distraigo, pienso en el gel tibio que facilita el sexo anal,
  • Allan Farmerhas quoted2 months ago
    Me ponen de mal genio cuando me hablan de fortunas ajenas, yo me distraigo, pienso en el gel tibio que facilita el sexo anal,
  • raqueldalton123has quoted2 years ago
    aunque conozcamos los mínimos detalles de un cuerpo, nunca, nunca poseemos el secreto de quien lo habita.
  • raqueldalton123has quoted2 years ago
    No sabía cómo manejar la situación, era una niña, era mi hija.
  • raqueldalton123has quoted2 years ago
    Vámonos antes de que estos tipos lleguen hasta aquí
  • Nora Alvarezhas quotedlast year
    No eres tú, es el destornillado cotidiano azar,

    la puerta del delirio, la fangosa realidad,

    los narcos, la inflación, la solución impar,

    los dioses apagados, la fantasía incapaz,

    Berlín, Fidel, el Papa, Gorbachov y Alá.

    No eres tú, mi amor… son los demás.

    Santiago Feliú
  • Victor Avilés Velazquezhas quotedlast year
    No eres tú, es el destornillado cotidiano azar,
    la puerta del delirio, la fangosa realidad,
    los narcos, la inflación, la solución impar,
    los dioses apagados, la fantasía incapaz,
    Berlín, Fidel, el Papa, Gorbachov y Alá.
    No eres tú, mi amor… son los demás.
    Santiago Feliú
  • Victor Avilés Velazquezhas quotedlast year
    Todo ocurrió en 1993, año cero en Cuba. El año de los apagones interminables, cuando La Habana se llenó de bicicletas y las despensas se quedaron vacías. No había de nada. Cero transporte. Cero carne. Cero esperanza. Yo tenía treinta años y miles de problemas. Por eso me fui enredando, aunque al principio ni siquiera sospechaba que para los otros las cosas habían comenzado mucho antes, en abril de 1989, cuando el periódico Granma publicó un artículo titulado “El teléfono se inventó en Cuba” que hablaba del italiano Antonio Meucci. La mayoría de la gente habrá olvidado poco a poco aquella historia, sin embargo ellos recortaron el artículo y lo guardaron. Yo no lo leí, por eso en 1993 aún no sabía nada del asunto hasta que, casi sin darme cuenta, me convertí en una de ellos. Era inevitable. Soy licenciada en Matemática y a mi profesión le debo el método y el razonamiento lógico. Sé que hay fenómenos que sólo pueden ocurrir cuando determinados factores se reúnen, y ese año estábamos tan jodidos que fuimos a converger hacia un único punto.
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