Hanya Yanagihara

Qué precio tiene la vida y cuándo deja de tener valor.

—Eres un cobarde —le dijo a su reflejo en el espejo del cuarto de baño.

hacía listas de lo que debía solucionar, y rápido, el año siguiente: el trabajo (paralizado), la vida amorosa (inexistente), la sexualidad (sin resolver), el futuro (incierto).

y salía al mundo, donde nadie lo conocía y podía ser cualquiera.

era por la destrucción de algo tan hermoso o solo por la profunda banalidad de su desaparición.

los perdedores solitarios».

Nunca le habían exigido que fuera como ellos, quizá porque tampoco querían ser ellos mismos.

suficiente para convencerme de que existe un infierno —respondió ella— y que a esos hombres les toca estar en él».

porque admitirlo significaba tener que explicar el lenguaje que él hablaba.

«Lo suficiente para convencerme de que existe un infie