Me daba miedo fracasar, porque el fracaso era un estigma en mi familia. Si salía mal, le estaría dando la razón. Y me molestó muchísimo darme cuenta de que esa era la causa, que seguía pensando en el resto del mundo, en mi padre, antes que en mí. Porque sentía cómo me escocían los ojos por las lágrimas que estaba conteniendo y no quería llorar delante de él.
—Supongo que temo intentarlo y darme cuenta de que solo tengo ilusión y ganas. Miedo a las cartas de rechazo, a no ser lo suficientemente buena, a no saber encajarlo.