La CEO de Shein, Molly Miao, presumió de llegar a los mil nuevos modelos diarios. Incluso en artículos de pocos euros dejan pagar en cuatro plazos. Lo que sea con tal de que compremos. Su voracidad hace que la vieja guardia de la fast fashion parezca un hatajo de tortugas reumáticas. Ese modus operandi recuerda a aquello de Karl Kraus sobre el capitalismo: no es tú y yo, es tú o yo.
Acostumbrados a precios bajísimos desde hace años, muchos compradores han galvanizado la creencia de que todo lo que quede por encima de cierta horquilla está inflado. O peor: si pagamos algo más que una miseria es que nos están timando. Lo barato ya no es una opción, es un derecho. ¡Ay!