cuanto a ti y a mí, haremos como si nada hubiese cambiado. Sólo a los ojos de los demás, por supuesto. Seguirás aquí, en casa, como es lógico. Pero no te será permitido educar a los niños; no me atrevo a confiártelos… ¡Ah, tener que decírselo a quien tanto he amado y a quien todavía…! ¡Vaya!, est