Nuestra ética, moral, conducta, valores, sentido del deber e incluso nuestro sentido del humor a menudo se desarrollan a partir de simples parábolas o fábulas infantiles. En ellas aprendemos lo que resulta socialmente aceptable en la sociedad de la que proceden. Definen el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, lo natural y lo antinatural entre las personas que consideran significativos los mitos. Era muy evidente que los mitos y leyendas derivados y propagados por una religión cuya deidad era femenina, y a quien se reverenciaba como a una presencia sabia, valiente, poderosa y justa, transmitían una imagen muy diferente de la feminidad en comparación a las que nos ofrecen las actuales religiones de orientación masculina.