público, transcurridos quince años desde que me puse en contacto con él por primera vez, ha tenido a bien acompañarme por los diferentes senderos que he recorrido y que, a veces, yo mismo he trazado a través de este vasto laberinto de la literatura, desierto siempre árido para unos, selva siempre virgen para otros. Espero, pues, que en esta ocasión me acompañe de nuevo con su habitual benevolencia por el familiar y caprichoso camino desde donde le hago señas para que me siga y por el que voy a adentrarme por primera vez