—¡Como si fuera poco! La fe en sí mismos. Se revaloran. Encuentran, en un mundo donde se sentían culpables, una salida. Además de estar jodidos, se echaban a sí mismos la culpa de sus miserias: eran lo bajo de lo bajo, insignificantes como insectos de los más asquerosos lodazales —poetizó el Chato.