Miño y Dávila

, en efecto, una comunidad humana no es otra cosa, en el mundo greco-romano arcaico, que una relación conflictiva tejida entre los antepasados muertos y los hombres vivos en una sucesión temporal indefinida.

aun cuando otros han cometido un crimen (pôs tôn hamartónton állon ónton / quando peccantibus alteris entibus), los padres por ejemplo, o los ancestros, la justicia (he díke / dika) recae sobre los descendientes”.1

La vida, tanto como la muerte, introduce una cesura, un abismo en el mundo que lo divide trágicamente. Si el mundo de los hombres es originariamente trágico se debe al hecho, precisamente, de que la filiación humana nunca se agota en la especie biológicamente viva existente en un determinado momento histórico.

El espectro, como entidad metafísicamente disjunta, no permite el sellado de los mundos sino que, al contrario, muestra un excedente de la muerte sobre la vida y de la vida sobre la muerte.

Visto desde el punto de vista de la espectrología, el derecho criminal es una ciencia de los fantasmas errantes que fundan la política de los hombres y sustentan el lazo político.

La concepción de la vida propia de los Antiguos estuvo, desde siempre, atravesada por el mundo de la espectralidad y jamás coincidió, como empecinadamente los Modernos se empeñan en creer, con una institución de la vida en tanto reproducción de un orden simbólico trascendente

Al contrario, el mundo del espectro instaura un principio genealógico siempre inestable por definición y, al mismo tiempo, por ello mismo fundado en el crimen y en el culto fúnebre.

Sólo un gran malentendido moderno ha podido adjudicarle a los Antiguos una concepción unilateral de la vida que sólo la ha identificado con su sustancia material.

Al contrario, para las sociedades llamadas arcaicas, la vida no es sino aquello donde vive su muerte el espectro, donde ejercita su llamado y donde despliega potencias que hacen que la vida jamás sea simplemente apresable por las instituciones jurídicas.

que “la Grecia primitiva no tiene nada más trágico que las guerras que tienen lugar entre los muertos y los vivos, guerras misteriosas donde los menos crueles despedazan cadáveres por temor, donde los más bravíos se estremecen ante la idea de ser tomados por las sombras”.4

“el espectro de la víctima persigue al asesino hasta la hora del castigo”.6