Ático de los Libros

. «Cuando no sepas cuál es el camino del deber, elige siempre el más difícil».

Al escribir comprendo algo importante: tal y como yo lo veo, el recorrido perfecto es aquel en el que, al final, ya no tienes nada que dejar, te has deshecho de todo. Y nadie a quien dar, nadie siente dolor por tu muerte. Solo así puedes irte en paz de verdad, igual que se va un soplo de viento

En realidad, la historia de las religiones también ha actuado por simplificación: cuando el mundo era más simple, las religiones eran más complejas. Ahora que lo complejo es el mundo, se imponen religiones de una simplicidad franca.

La maleta de mano revela lo superfluo. Si regresas y has sobrevivido con ese número de prendas, modas y colores, significa que en el fondo no necesitas todo lo que abarrota tu armario. Ni todo lo que abarrota tu vida. Hay reglas concretas para componer la carga mínima y perfecta, y al pensar en ellas es difícil evitar la sospecha de que se trata de máximas filosóficas disfrazadas.

En el viaje, eliminar del equipaje de mano la «vida de repuesto» es una operación necesaria y sagrada. Nadie tiene dos vidas y una muerte: al final, las cuentas acaban cuadrando.

Generalmente, los límites son una ventaja, no una disminución de las posibilidades.

Si decides viajar ligero, tienes que seguir unas reglas y las reglas no complican la vida, sino todo lo contrario.

La maleta ideal es ligera porque eso le permite contener el mayor número posible de prendas, artículos de higiene, medicamentos, libros, aparatos electrónicos, regalos, emociones, proyectos o recuerdos.

El interior de la maleta es igual de importante y sugerente. Para que sea funcional, es necesario que tenga compartimentos y cierre de cremallera.

Los compartimentos sirven para ofrecer a los objetos un lugar predefinido que nos ayude a encontrarlos más rápido.

viaje, la vida, son imprevisibles. Por eso, incluso después de haber concebido el plan

El viaje, la vida, son imprevisibles. Por eso, incluso después de haber concebido el plan

viaje, la vida, son imprevisibles. Por eso, incluso después de haber concebido el plan perfecto, necesitamos uno alternativo. Ahí está, en mi maleta: el plan B. O sea, la bolsa de lona.