Vera Valentine

Una vez, me dejé llevar por la presión de sus senos mientras ella se ponía de puntillas para mirar por la mirilla, su camiseta susurrando contra mi espalda plana.

mi deseo por Tana crecía día a día mientras la observaba, lleno de placer con cada roce de sus dedos a lo largo de mi pene, cada suave agarre a lo largo de mi borde mientras regresaba a casa por las noches.

Entonces. Hera me ha dicho que debo hacer algunas… enmiendas… en mis asuntos. Personalmente creo que está siendo demasiado sensible, pero las mujeres , ¿no? Te follas a una chica como si fuera un fenómeno meteorológico, o un pájaro, o su propio marido, y de repente eres el malo

… bueno, hay una buena posibilidad de que seas, ya sabes, mi hijo. De alguna manera. Mira, sucedieron muchas cosas en esa arboleda y había un agujero perfectamente posicionado en este árbol realmente sexy y el hidromiel fluía libremente... gesticuló en un círculo con la mano. "Tú entiendes."

“No tengo más nombre que el tuyo , Tana. Soy tu fiel guardián y protector, nada más y nada menos. Yo soy tu puerta y te amo”.

¿Por qué estaba tan infeliz? Siempre parecía estar de muy buen humor cuando usaba su tembloroso bastón azul.

Abrí mis dedos con asombro y moví los dedos de mis pies desnudos sobre la alfombra de abajo, levantando una ceja ante el carnoso, aunque todavía muy grueso, tubo de carne que reemplazó mi pomo.

¿Por qué deberías pagar más por cosas más pequeñas y endebles por ser mujer? Eso me parece una tontería”.

"¿Desear?" Tana ladeó la cabeza y sus ojos brillaron de diversión. “Drys, creo que puedes robar un beso, cariño. Enterré tu perilla en mi coño hace unas horas.

"¿Desear?" Tana ladeó la cabeza y sus ojos brillaron de diversión. “Drys, creo que puedes robar un beso, cariño. Enterré tu perilla en mi coño hace unas horas.