La vida se parece mucho a un jardín, Olivia. Y las personas somos como diminutas semillas, nutridas por el amor, la amistad y los cuidados. Si se les dedica el tiempo y la atención suficientes, incluso una vieja planta raquítica, abandonada en un patio árido, florecerá cuando menos se espere. Y ésos son los brotes más preciosos, los más queridos.