El Estado no los reconocía como ciudadanos de pleno derecho, ocupaba su Estado-nación y se negaba a reconocer la Nakba y su parte de responsabilidad en ella. Por ejemplo, las estadísticas oficiales israelíes revelaban que, pasados los dieciséis años, solo el 1 por 100 de los palestinos que habitaban en Israel accedía al sistema de enseñanza estatal, y, entre las edades de trece y quince, solo el 4 por 100[58].