Soy vertical. Pero preferiría ser horizontal

Me muero al sentarme. Pierdo una dimensión.

He visto la muerte en los árboles desnudos, una privación.

No podía creerlo. ¿Es tan difícil

para el espíritu concebir un rostro, una boca?

Para mí es más natural estar tendida.

Es entonces cuando el cielo y yo conversamos con libertad,

y así seré útil cuando al fin me tienda:

entonces los árboles podrán tocarme por una vez, y las flores tendrán tiempo para mí.

Si soy pequeña, no puedo hacer daño.

Si no me muevo, no tiraré nada. Es lo que dije,

sentada bajo la tapa de un bote, diminuta e inerte como un grano de arroz.

Me veo como una sombra, ni hombre ni mujer,

ni una mujer, feliz de ser como un hombre, ni un hombre

lo bastante insensible y plano como para no sentir ninguna carencia. Me siento una carencia

En él vi el mundo —pequeño, negro y cruel,

cada pequeña palabra enlazada con otra pequeña palabra, un acto con otro acto.

¿Es éste el único pecado, entonces, este viejo amor muerto de la muerte?

Me muero al sentarme. Pierdo una dimensión.

Rugen trenes en mis oídos, ¡salidas! ¡salidas!

Se ha puesto tan blanca, de repente». Y no dije nada.

He visto la muerte en los árboles desnudos, una privación.

Cuando por primera vez vi la pequeña mancha roja, no pude creerlo.