Como hemos visto, durante el nudo, la decisión de Keawe tiene todo tipo de consecuencias. Por una parte, consigue lo que quería, pero el precio para conseguirlo resulta ser la muerte de sus familiares. Queda la sensación de que una especie de maldición no va a permitir que se salga fácilmente con la suya. Todo ello a pesar de que Lopaka cumple su palabra y le libera de la botella. Apenas encuentra el amor, se descubre infectado por la lepra. Eso le lleva a volver a comprar la botella y, de nuevo por motivos egoístas (para gozar de su casa y del amor), volver a usarla para sanarse, aunque el precio es exorbitante. La certeza de la condenación le roba toda posibilidad de gozo.