obviamente siempre surge una pregunta: “¿Debería tener yo toda esta fortuna?” Creo que el Señor quiere que dispongamos de una cantidad de dinero para que lo usemos en nuestros gustos; otra, para que tengamos la posibilidad de conocer Su creación; otra, para que ayudemos a que exista una expansión económica y oportunidades de trabajo para otros –y, obviamente, otra para que la compartamos con aquellos que tienen verdaderas necesidades. No es porque seamos mejores o tengamos más derecho a más dinero, sino porque Él nos lo ha confiado y por lo tanto necesitamos ser especialmente responsables de ello. Asegurémonos de que nuestra expansión personal no se vuelva más importante que el deseo de ayudar. Una vez hayamos aprendido