Hay ciertas mujeres amadas cuyos ojos, por una mezcla casual de brillo y forma, nos afectan, no directamente, no en el momento de la tímida percepción, sino en un estallido retardado y acumulativo de luz y cuando la ingrata está ausente; pero Ia agonía mágica se queda y sus lentes y focos se instalan en la oscuridad.