Es en la orilla: la abuela amasa el pan y vigila, sin tiempos, el sueño de la albahaca. Una pizca de luz sazona el día. Dos hojitas verdes, la esperanza. Para salar la sopa basta una lágrima.
—Y la niña ¿qué hace?
—Ella baila y juega con la magia: con una racha de lluvia construye la alegría o inventa pájaros que sostienen el aire. Y canta, siempre canta.
Ni brújula ni ancla
carta ni puerto
mi corazón navega
en el mar abierto
¡Y no hay manera
de impedir que florezca