La sabiduría de los bárbaros

Dios mismo erige una nueva Jerusalén, y una figura como de mesías aparece al final, “la oveja que se convirtió en un gran animal y tenía grandes cuernos negros sobre su cabeza”. El Libro de los Jubileos, si

maíz de Egipto en tiempos de hambruna

Meleagro comentó con resignación: “El amor quema aun en sabats fríos” (5.160). Ésta es la parte idílica de una transformación que tiene aspectos sumamente crueles. Como lo iban a mostrar los sucesos del siglo II, judíos y gentiles pudieron ser brutales unos con otros en tierra palestina

poder de los dioses de sus amos y había actuado de acuerdo con sus órdenes. No estaba listo tampoco para el papel de filósofo sacerdote.
III
Tras de Cohélet y Mosco el mundo había cambiado rápidamente, y lo que estaba ya en los inicios, una descripción semiutópica hecha por filósofos griegos, pronto se volvió absurda.
Más y más griegos y macedonios se mudaban a Palestina, ya fuera por iniciativa del rey o por elección: alentaban la helenización de los nativos. Se desarrollaron ciudades griegas, especialmente a lo largo de la costa mediterránea y cerca del mar de Tiberíades. Algunas de las ciudades —como Acco, Dor, Jaffa, Ascalón, Gaza, Pella, Fila

Teofrasto habló de los judíos como filósofos que para entonces habían desechado el sacrificio humano y habían llevado a cabo su holocausto mientras ayunaban y hablaban incesantemente de Dios. Además, los judíos examinaban las estrellas de la noche, volvían sus ojos hacia ellas y las invocaban en sus plegarias

haciendo inalienable la tierra y prohibiendo la exposición o abandono de los niños,

Aquí la interrelación entre ideología y acción es particularmente compleja. La filosofía platónica y pitagórica había preparado a los griegos para comprender y apreciar comunidades rigurosamente jerárquicas y ciertamente hieráticas. El rey filósofo no estaba muy apartado del rey sacerdote. Los platonistas tenían conciencia de Zoroastro. El historiador Teopompo escribió sobre él. Aristóteles, el maestro de Alejandro, no compartía ese gusto por los sacerdotes, pero sí su curiosidad científica, que se extendió de manera verdaderamente universal a la sabiduría del Oriente

Con el mismo propósito, los griegos confiaron en su propia inteligencia e iniciativa, fueron descortésmente agresivos y contribuyeron por doquier a perturbar la paz del Imperio persa, del cual dependía la reconstrucción del judaísmo. Ciento veinte años después de Nehemías y Pericles, griegos y judíos se encontraron bajo el control de Alejandro Magno, un macedonio de habla griega que se consideró a sí mismo el heredero de los reyes persas.

explicación es demasiado obvia. No tenían una lengua en común. Los griegos eran monolingües; los judíos eran bilingües, pero su segunda lengua, el arameo, les dio acceso más bien a los persas y babilonios, incluso a los egipcios, que a los griegos. Con todo, las dificultades del lenguaje nunca han sido barreras infranqueables. Quizá debemos considerar algún elemento del azar. Herodoto no visitó Jerusalén. Una página de Herodoto habría sido suficiente para poner a un batallón de estudiosos bíblicos fuera de acción. Finalmente, sin embargo, debemos admitir quizá obstáculos más profundos.

el Libro de Job, probablemente obra de exilio, ha sido a menudo comparado con el Prometeo de Esquilo