Dario Fo

Aquí No Paga Nadie

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En «Aquí no paga nadie», Dario Fo refleja la sociedad italiana en plena crisis social y económica de los años setenta. Es la rebelión de una mujer, Antonia, que junto con otras muchas mujeres de su barrio en el momento de hacer la compra en el supermercado comprueba indignada que los precios han vuelto a subir otra vez más escandalosamente y deciden, uniendo el valor de todas y por una vez en su vida, revelarse y llevarse los alimentos sin pagar. Antonia vive con Juan (honesto cumplidor de la ley) son un matrimonio maduro, los acompañan Luis y Margarita, una joven pareja amigos y vecinos suyos, entre todos nos muestran las penalidades.
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63 printed pages
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Impressions

  • Santiago Romeroshared an impression5 years ago
    🔮Hidden Depths
    💡Learnt A Lot
    🎯Worthwhile
    🚀Unputdownable
    🐼Fluffy

    ¡Devertidísima obra! Entre penurias y una tristeza famélica, dos parejas tratan de mantener a raya los problemas sociales de la Italia de los 70's.
    Mola mucho, además, es corta, leída en una sentada.

Quotes

  • Santiago Romerohas quoted5 years ago
    LUIS. —Juan, a tí te pasa algo. ¿Pero qué dices?

    JUAN. —¿Y lo que tú dices, qué? Que el patrón tiene que pagarnos el billete porque viajamos para él. Según eso, tendría que pagarnos también las horas de sueño, porque descansamos para él, y el cine y la tele porque nos ayudan a descargar las neuronas de la cadena de montaje. Y también tendría que pagar un porcentaje a nuestra mujer cuando hacemos el amor con ella, porque así nos recargamos para él, y así rendimos más, ¡Anda, no me vuelvas loco!

    LUIS. —No soy yo quien te vuelve loco, sino el patrón, que te atonta en todas partes: en el cine, con esos polvos imposibles, con culos que palpitan, con esas mujeres que mueven la boca y la lengua como si lamieran helados... ¡y lo llaman cultura del eros!

    JUAN. —En lo del cine llevas razón, porque cuando sales de una película, para relajarte te encuentras con el desfile de las vallas publicitarias: culos para anunciar sujetadores, culos y tetas para bolígrafos, pasta de dientes y yogures... Y tu mujer camina a tu lado, la miras... y no tiene el cabello suave y vaporoso como brisa marina, no se perfuma con los limones salvajes del Caribe, sus tetas son normales redondas, y no bailan... El trasero es sólo un trasero, no un culo, como los del cine... ¡No palpita! Tiene los pies hinchados, las manos rojas, las uñas rotas, y yo la miro y me entran ganas de tirarla a la basura. Desde luego, es una mierda.

    LUIS. —Es un asco porque ellos lo montan así, lo apestan todo: te ensucian el aire, te contaminan los rios, te convierten el mar en una cloaca. Te convierten también el amor en una cloaca, y las relaciones con la gente, y la comida...
  • Santiago Romerohas quoted5 years ago
    LUIS. —No; he llegado a esas conclusiones yo solo. No es difícil comprender que así no hay quien siga, que no podemos esperar buena voluntad por parte del gobierno, o que intervengan los sindicatos, y luego los sermones del Partido. Ya está bien de delegar siempre en alguien, hasta para ir a mear. Y encima la confianza, el sentido de la responsabilidad, y tener paciencia y comprensión... No, se acabó, tenemos que movernos solos, y cambiar las cosas nosotros...
  • Santiago Romerohas quoted5 years ago
    (Se asoma a la puerta LUIS, el marido de MARGARITA)

    LUIS. —¿Hay alguien? ¿Se puede?

    JUAN. —Hola Luis. ¿Qué haces aquí a estas horas?

    LUIS. —Ahora te explico. ¿Sabes algo de Margarita? He ido a casa y está todo abierto, pero no hay nadie.

    JUAN. —Pues sí..., tu mujer estuvo aquí hace un rato y luego se fue con la mía.

    LUIS. —¿A dónde? ¿Para qué?

    JUAN. —Cosas de mujeres.

    LUIS. —¿Qué cosas de mujeres?

    JUAN. —Cosas de mujeres. No nos importan.

    LUIS. —¡Claro que me importan!

    JUAN. —¿Ah sí? Pues entonces, ¿por qué no te has ocupado de reservar la cama hace un mes?

    LUIS. —¿La cama para qué?

    JUAN. —Claro, son cosas de mujeres, ¿verdad? Típico. Les soltamos el sobre con la nómina, y: "¡Arréglatelas!". Hacemos el amor, y luego: "Toma la píldora"; las dejamos preñadas, y "Apáñatelas". Y el niño, para ellas, para que lo lleven a la guardería, y lo recojan, y...

    LUIS. —¿Qué dices?

    JUAN. —Digo que tienen razón. Somos tan explotadores como los patronos.
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