Poesía masculina

nunca he sido demasiado sutil

para qué voy a serlo si me llamo hombre

si con el borde de las palmas de mis manos

ya ordeno opacamente

qué escozor el de los poros ahora que nadie

espera nada de mí ahora que estoy desnudo

y yo tampoco espero nada de nadie

abrazándonos como las personas felices

y hasta culpándonos como las personas que parecen

felices

pero que en realidad se sienten mediocres

EL PENSAMIENTO HETEROSEXUAL
tuve miedo de él

hasta que ella me habló del goce

que había sentido introduciendo

la lengua

en su ano

PENSAMIENTO HETEROSEXUAL
tuve miedo de él

hasta que ella me habló del goce

que había sentido introduciendo

la lengua

en su ano

Todo el mundo tiene una pena de amor que dor-

mita en el fondo de sí mismo. Todo corazón que

no está roto no es un corazón.

Frédéric Beigbeder

no hace falta que me disculpe aquí por lo mal

que me porté entonces con la mujer que lavó

una y otra vez la pincelada marrón de mis calzones

solo intento averiguar por qué al principio sentía

vergüenza

de mi mancha pero luego con el tiempo lo que me

pareció

obsceno fue que existiera alguien en el mundo

tan dispuesto a limpiarla

veré

surgir una arruga por cada vez que la insulté a los

quince:

tonta, inculta, ebria, amadecasa: cuando las cosas eran

sencillas para mí: cuando el acné supuraba mi

prepotencia

había una libreta donde anoté

todas las veces en las que mi madre tropezaba

todas las veces en las que mi padre enmudecía

todas las veces en las que dije yo no seré así

había suciedad entre las uñas de mis dedos y había

suciedad entre los pliegues del prepucio

que un día mi padre me enseñó a limpiar

y cuyo nombre médico descubrí más tarde

cuando busqué en internet cómo lavar el glande

de mi hijo con delicadeza vi que a aquellos

grumos se les llamaba esmegma