¡He aquí finalmente una noche de gala, después de los recientes años desolados! Un tropel de ángeles, envueltos en velos, ahogados en llanto, acude al teatro, para ver un drama de esperanza y miedo, mientras suspira la orquesta la música infinita del espacio.
. . . . . . . . . . . . .
Bufones en lo alto con disfraz de dioses gruñen y murmuran agitándose en continuo y veloz revoloteo. Son sólo títeres movidos por seres poderosos e informes que cambian a su antojo el escenario y hacen brotar al golpe de sus alas de cóndor ¡Invisible Dolor!
. . . . . . . . . . . . .
¡Oh, el drama abigarrado! ¡Estad seguros de que no lo olvidaréis! Con su Fantasma siempre perseguido por una muchedumbre que jamás lo alcanza, siguiendo el mismo eterno círculo que conduce al punto de partida; un drama de Locuras y Maldades y que tiene al Horror por desenlace.
. . . . . . . . . . . . .
Pero ¡ved! ¡Entre la algazara de los cómicos, y desde los desiertos bastidores, aparece arrastrándose una forma color rojo de sangre! La forma se retuerce, se retuerce devorando a los bufones que padecen angustias espantosas; y los querubes lloran ante el monstruo que se goza en sangre humana.
. . . . . . . . . . . . .
Apáganse las luces. El drama ha concluído. Sobre las temblorosas formas de la escena, con rapidez igual que una borrasca, cae el telón: un paño funerario. Y los espíritus tristes y dolientes, al levantar el vuelo, recuerdan que aquel drama trágico es "El Hombre," y su héroe se llama Gusano, el Vencedor.