mbos huimos por la pared de la izquierda y fuimos a refugiarnos detrás de unos cercos de piedra, fronterizos, precisamente, del lugar del ataque, y desde ahí hemos presenciado impasibles el asalto a nuestra casa, el heroísmo de usted, la abnegación maternal de doña Petronila, el fin de nuestro pobre Juan, y la victimación de la desgraciada Marcela.