Pero vanas son las disquisiciones sobre lo que pudo ser. Quizá, sí, todo se redujo a que él, de pronto, sintió, como yo antaño, que el amor es sólo el espejismo de una misteriosa aspiración que anida en el alma y de ella se nutre. O bien, fue lo contrario, y su aspiración se volvió hacia el rostro de una niña que, al parecer, lo amaba.