Arthur Koestler

una flecha lanzada con tanta fuerza que consiguiera escapar de la gravedad y viajar al infinito. Después se le ocurrió una imagen terrible: en lugar de ser ejecutados, los criminales comienzan a ser arrojados en cohetes al espacio. El cero absoluto del espacio los mantiene intactos, convirtiéndolos en satélites. Imprimiendo al cohete una trayectoria parabólica en lugar de una elipse cerrada, los cadáveres describen el recorrido de un cometa, convirtiéndose en guardianes cósmicos que, dando una vuelta semicircular al Sol antes de perderse en el espacio interestelar, sirven de efímeros recordatorios del peso de la ley. A

Los nacionales lo tuvieron fácil para ocultar la masacre y oculta habría seguido, in sécula seculórum, de no haber sido por los relatos de testigos presenciales como Lawrence Fernsworth, del Times, o el médico canadiense Norman Bethune, laureado en su país y desconocido en el nuestro, que se pasó tres días y tres noches recorriendo el trecho, salvando mujeres desperdigadas por la carretera y niños que llamaban a sus madres.

—«nubes asesinas que derramaban su lluvia en mortífera cortina»,

Cuando Ares no preside las guerras, la espada se convierte en cuchillo de carnicero.

ERNST JÜNGER,

Presentarse como Arthur lo obligaba a pasar por el trance de pronunciar la letra erre. Le costaba hacerlo de pequeño y le siguió costando de mayor. En cuanto a su apellido,

Aprovechando la conmemoración del milenio de la conquista magiar de Hungría en el año 896, se había construido el Földalatti, el primer ferrocarril de Europa. Una foto en el Casino Leopoldstad, a orillas del Danubio, muestra a Adele luciendo un extravagan

Budapest era una ciudad en ebullición.

En una fortaleza sitiada, cualquier disidencia es traición.

IGNACIO DE LOYOLA,