Dioses, Álex, pensé que después de lo sucedido con Linard, no me enfrentaría a perderte de nuevo. Aun estando conectada a Seth, seguías viva. Y aunque no quisieras estar conmigo, vivías, y eso era todo lo que importaba.
Aiden respiró hondo.
—Pero cuando entré en la habitación y vi a Seth y Apolo, pero no te vi, mi corazón se detuvo. Eso me destrozó —admitió con tranquila sinceridad—, porque todo lo que quería era un futuro contigo y me lo habían arrebatado de nuevo.
Cerré los ojos intentando parar el torrente de lágrimas.
—Pero aquí estamos —murmuró.
—Aquí estamos. —Parpadeé, mi pecho henchido de la emoción que vi en su mirada. Teníamos un futuro que vivir gracias a Apolo y a Seth. Y no iba a deshonrar ese regalo dejando de vivir cada segundo de ese futuro—. Te quiero.
—Agapi mou, tú eres mi todo.
Aiden me besó. Las palabras ya no eran necesarias. Él había experimentado cada momento de la perdida, cada segundo de la desesperación, y eso estaba reflejado en cada roce, cada caricia de sus labios, y cada suave gemido.