No puedo decirte lo que debes hacer —concluyó él.
—Pero ¿y si pudieras?
—No. No debo tomar esa decisión por ti. Tú eres la única que lo sabe, la única que puede saberlo —dijo—. Pero lo que sí sé es que, decidas lo que decidas, estará bien. Tú eres así. Y, elijas lo que elijas, yo estaré a tu lado. Siempre. ¿De acuerdo?
—Vale.
Y, conforme se despedía