¿Aquello era el final del juego… o sólo el principio?
Desde que un periódico describió a Brant Smith como uno de los más importantes propietarios del desierto australiano, había sido acosado por las mujeres más inapropiadas. Por eso cuando vio aquel coche rojo aparcar junto a su casa, pensó que sería otra más. Pero se equivocaba, Misha era una princesa europea amiga de su hermana que trataba de escapar de su prometido. Misha tenía un plan: deshacerse de las acosadoras de Brant haciéndose pasar por una chica corriente y proclamándose su prometida. El problema surgió cuando el plan funcionó demasiado bien y la princesa y el australiano empezaron a enamorarse de verdad…